Desde pequeño siempre me ha gustado observar las texturas que generan el paso del tiempo y los elementos sobre materiales cotidianos, como paredes de yeso, muros de piedra, planchas de metal o paneles de madera. Me interesan mucho las formas, volúmenes y colores que van surgiendo en sus superficies de manera involuntaria: desconchados de pintura que permiten ver partes del material original, óxido y sulfataciones de las más diversas formas y colores, grietas, arañazos y resquebrajaduras, quemaduras accidentales, marcas irregulares de humedad, suciedad, líquenes… que en conjunto generan obras fortuitas de un gran valor estético.
Ya desde que tuve mi primera cámara (cuando aún costaba dinero revelar los carretes y había que ser selectivo con las fotos a tomar) escogía cuidadosamente las texturas que encontraba más interesantes de mi entorno, para capturarlas y poder disfrutarlas siempre que quisiera.
Incluso en lugares habituales como parques, uno puede encontrar detalles llamativos, con formas, colores y texturas interesantes, como por ejemplo resulta un adoquín rayado, una tabla de madera desgastada, o el tronco de una palmera con tramas de madera entrelazadas de forma irregular, y quebradas por la acción del fuego que se ve en la siguiente fotografía. Esto además confiere a la corteza un brillo particular y un cromatismo de lo más llamativo.
Aunque al principio este especie de hobby era por simple disfrute visual, poco a poco y a base de observación fui encontrando patrones interesantes que veía en algunas de estas texturas y aplicándolos a mis trabajos de pintura y dibujo.
En la Historia del Arte muchos han sido los artistas que no solo han intentado recrear los efectos del abandono en sus obras, sino que han incorporado sus propiedades para enriquecer las pinturas: entre otros Gustav Klimt, Jackson Pollock, Francis Bacon, Peter Gric o Zdzisław Beksiński:
Sin embargo, más allá del uso artístico que podamos darle a las texturas abstractas, pueden servirnos también como motivos decorativos, por ejemplo como wallpapers o fondos de escritorio, o como fondos agradables para las cabeceras de blogs, webs o redes sociales. También pueden ser valiosos recursos para añadir texturas determinadas a nuestras ilustraciones digitales, superponiendo capas de materiales, o como fondos interesantes en trabajos de diseño gráfico.
Así que en los últimos años, además de una afición, el coleccionismo de texturas se ha convertido en una amplísima fuente de recursos gráficos para toda clase de trabajos digitales.
Pero además del disfrute personal y la aplicación creativa que podamos darle a nuestras fotografías de texturas, aún podemos sacarle un beneficio adicional, compartiendo nuestros materiales para que más gente los pueda utilizar y además sacar un rendimiento económico.
En bibliotecas de imágenes como Shutterstock, Freepik o Adobe Stock uno puede encontrar imágenes de todo tipo y vender las suyas propias (no solo de texturas). Así que puede ser una forma muy fácil de ganar un dinero extra al final de cada mes, simplemente poniendo a la venta fotografías o dibujos personales. Incluso las imágenes más simples pueden ser monetizadas.
Si te interesa, aquí te comparto un par de vídeos: el primero sobre cómo retocar las fotografías con Photoshop muy fácil, para que tengan una apariencia profesional en solo 3 pasos. Y el segundo un tutorial para aprender paso a paso a subir fotos a la plataforma de Shutterstock, que actualmente es la mayor plataforma de fotografía de stock del mundo.
¡Espero que te gusten y sean de utilidad!