Mucha gente me pregunta si es mejor dibujar copiando del natural o por el contrario dibujar de la imaginación. Esta es una cuestión muy común que yo mismo me he planteado (y re-planteado) desde hace años. Aquí os voy a contar mi opinión, basada en mi propia experiencia:
Dibujar de la imaginación
Durante mucho tiempo, desde que era pequeño hasta unos cuantos años después de la mayoría de edad, lo más estimulante para mí era dibujar de la imaginación. Evidentemente necesitaba fijarme en la forma de hacer de otros artistas para realizar luego variaciones sobre personajes, animales o escenarios que previamente memorizaba. Luego todo el juego de combinar y distorsionar tenía lugar en la hoja de papel.
Al principio no dominaba ni me interesaban particularmente los fundamentos del dibujo artístico, así que a la hora de dibujar mis esfuerzos estaban puestos principalmente en la parte creativa y en realizar imágenes que resultaran interesantes o llamativas para suplir la falta de amplios conocimientos técnicos. Por ejemplo, este dibujo lo hice con 16 años:

El efectismo del dibujo disimula la imprecisión en la representación de algunos elementos figurativos (el águila, un corazón, una rana…). El dibujar de la imaginación me permitía jugar con las formas y explorar posibilidades más creativas que copiando literalmente algún referente.
Sin embargo cuando entré en el bachillerato artístico y más tarde en la facultad de Bellas Artes, estaba obligado a recrear estatuas, bodegones y sobre todo modelos del natural. Hasta entonces prácticamente todos mis dibujos eran de la imaginación haciendo combinaciones y variaciones sobre elementos memorizados. Tenía por ejemplo un estándar de rostro, o de un cuerpo, o de algún animal u objeto que todo el tiempo readaptaba según fuera la propuesta estética. Pero el dibujo del natural me obligaba a enfrentarme a un montón de circunstancias que no podía distorsionar de forma caprichosa si quería que el dibujo resultara verosímil. Ello evidenciaba mis carencias técnicas, por ejemplo sobre la comprensión o el manejo de la iluminación, la perspectiva o lo más molesto para mí: la anatomía.
Dibujar con modelo
Dibujar a mi aire me permitía explorar, borrar infinitas veces y redibujar hasta quedar conforme con el resultado. Recrear un referente me retaba a entender aspectos que no dominaba con el dinamismo, la perspectiva, la anatomía, la iluminación, la composición o el encaje. No me gustaba y me frustraba reconocer que la representación de la realidad era mucho más compleja de lo que imaginaba. Cuando alguien se siente conforme con el resultado de sus dibujos, suele ser molesto descubrir todas las cosas que se le escapan… como fue mi caso. Afortunadamente dibujar y pintar del natural era algo ineludible en la carrera durante los primeros años, así que fui combinándolo con mi forma de hacer anterior, más basada en el estilo y la experimentación formal.
Y así fui progresando, tanto a nivel creativo como sobre todo a nivel técnico (aunque pasados los primeros años, abandoné las asignaturas prácticas y me centré en las teóricas: filosofía del arte, movimientos artísticos contemporáneos, teoría y crítica del arte, etc. para para profundizar también en la parte intelectual más allá de la formal).
Fue unos años después de licenciarme cuando empecé a cogerle realmente el gusto al dibujo artístico. A pesar de mi interés por las propuestas conceptuales, me llamaba aún la parte estética y técnica del arte tradicional. Así que en los siguientes años me volqué más en ejercitar el dibujo y la pintura, casi siempre con modelos.
Cuanto más progresaba, mayor era mi comprensión de los elementos que intervienen en la representación de la realidad y más campos de experimentación se me abrían. Así que centré toda mi práctica del dibujo y la pintura en intentar recrear aspectos concretos del entorno. Me parecía y sigue pareciendo muy estimulante y llegué a pensar que ya no tenía demasiado sentido dibujar de la imaginación cuando la realidad ofrece tantas cosas interesantes que estudiar. Llegué incluso a despreocuparme por completo del resultado estético y solo me interesaba el captar aspectos concretos como el trazado, la postura, o la expresión, tratando de sintetizar todo lo demás.

Sin embargo me he dado cuenta de que dibujar exclusivamente con modelos puede acabar convirtiendo el dibujo en un proceso mecánico, conforme uno va dominando la técnica.
Dibujo con modelo VS Dibujo de la imaginación
Conozco a dibujantes profesionales que defienden que el progreso en el dibujo artistico pasa exclusivamente por el estudio y la representación continua de la realidad. Para ellos, «garabatear» de la imaginación no es más que un simple ejercicio memorístico sin utilidad práctica.
Por el contrario, algunos concept artists que trabajan creando ilustraciones de fantasía, son de la opinión de que el dibujar con referentes solo te convierte en un «copiador profesional» (como escuché decir recientemente a un afamado ilustrador). Bajo su punto de vista, el que dibuja con modelos no ejercita más que una especie de «calcado» a ojo que no le aporta nada como artista.
Aunque encuentro razonables ambas posturas, e incluso en distintos momentos he tendido a pensar desde alguno de estos puntos de vista, después de experimentar el dibujo con y sin referentes durante largos periodos he llegado a la conclusión de que ambos resultan muy enriquecedores. E incluso me atrevería a decir que son imprescindibles para el progreso como artista: El primero proporciona técnica, comprensión, agilidad y soltura. El segundo creatividad y afina el estilo personal.
Aunque todos tendamos un poco más a una u otra práctica, creo que ambas se complementan muy bien y nos pueden aportar formas distintas de entender y abordar la actividad artística.
¿Y cuál es tu opinión? ¿Qué modalidad de dibujo prefieres o practicas más: con referentes o de la imaginación?